lunes, 26 de noviembre de 2012

«No creo que pueda dirigir Wagner; en mi familia sería como comer cerdo»

No sé que me impresionó más del joven director musical del Palau de les Arts de Valencia, Omer Meir Wellber, si su facilidad a la hora de resumir todas sus ideas en una frase tan ingeniosa como: "No creo que pueda dirigir Wagner; en mi familia sería como comer cerdo" o el bonito gesto que tuvo con los trabajadores del Palau de les Arts afectados por el ERE en el estreno de la temporada 2012-2013.


Los trabajadores que han perdido sus puestos de trabajo después de los último recortes, sus familias y algunos de sus compañeros esperaban a la puerta del coliseo valenciano el 17 de noviembre. Armados con silbatos y una pancarta, informaban a los espectadores que iban llegando de la situación laboral en la que se encontraban. Aunque les habría gustado poder salir antes de la representación y hacer una pequeña obra musical en la que se hablara de lo que estaban viviendo, el propio Palau no se lo permitió. La situación en la que se queda al Palau de les Arts es evidente, pues Rigoletto contó con la friolera de tres pausas cada una de media hora. Los pocos tramoyistas que quedan en la plantilla no daban a basto para llevar a cabo los cambios que marcaba la producción del Teatro Wielki, Ópera Nacional de Polonia.


Wellber, solidarizándose con sus compañeros, escuchó los aplausos del público a su salida al foso pero no dio paso a la obertura de Verdi. Se detuvo ante su atril y se mantuvo en silencio mientras leía el manifiesto a los ojos de todos los asistentes a la ópera. Nadie respiró, no hubo quejas y sólo se oyó "por la cultura" y "bravo" cuando el director volvió a dejar el manifiesto junto a las partituras. De nuevo aplausos y música de Giuseppe Verdi.




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